jueves, 24 de noviembre de 2016

La quinta, más que un símbolo de libertad


Entre de las faldas de los cerros Guadalupe y Monserrate se encuentra un refugio sagrado que en su momento más valioso, fue un regalo para don Simón Bolívar; allí pasó pequeñas temporadas de su vida, cuando se le permitía descansar luego de la inalcanzable batalla para la libertad de América, aquella tierra que lo vio nacer.
Este majestuoso lugar, es hoy un monumento nacional que nos permite acercarnos más al legado de nuestro libertador. Para esa época las casa no tenían puertas, las únicas que existían eran las de las fachadas, lo que conocemos como portones, la reja por donde ingresamos que al traspasarla por primera vez,  encontramos un largo pasillo, una entrada decorado con huesos de bovinos que resaltan entre las fisuras de las tabletas de arcilla; son aquellos detalles que poco a poco nos abren la imaginación al lugar que vamos a encontrar. Un aire indetenible, rosa inmediatamente nuestros rostros, nuestras manos, nuestra piel dando señales de los amplios jardines que rodean la quinta y, sus flores, aquellos capullos y pétalos que con sus indelebles colores hacen que en este lugar se respire un aire de paz, de libertad.
Bolívar pisaría ese lugar en aquellos días de angustia por ver a su pueblo dominado por las colonias españolas y, tal vez otro día, llegaría cansado de aquellas batallas en las que entregó su vida en busca de la libertad. Los pasillos de la Quinta siempre serán testigos de miles de días que marcaron la historia del país, palabras, actos, personas… sólo mantener este lugar en pie será  la manifestación más que un símbolo de paz; una casita cubierta por el frio de las montañas, que  adentro, al arrullo de la chimenea, mantenía la esperanza de América.

Hace más de 200 años (1800), Don José Antonio Portocarrero compró unos terrenos a las afueras de la ciudad de Santa Fe en los que construyó una quinta campestre, para adecuarla para el virrey Amar y Borbón. En 1820, el gobierno de la Nueva Granada la compró y fue obsequiada a Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios como muestra de agradecimiento por  su consagración a la causa de la Independencia. Allí se refugió luego de la conspiración septembrina y observar la inminente desintegración de la Gran Colombia. Antes de su muerte se la obsequio a su amigo José Ignacio París, luego se utilizó como colegio de señoritas, fábrica de cueros y hasta un hospital. En 1922, fue adquirida por la nación y puesta al servicio como museo.

Actualmente el 90% de la casa es original de la época (siglo XIX) elementos como sillas, escritorios, cortinas, vajillas, costureros, y así se revive un poco más las dependencias del lugar que habitó el Libertador. Entre los lugares que se pueden encontrar están: “el salón de Manuelita, el gran salón, el comedor, el salón de juegos y el cuarto del Libertador. También la despensa, la cocina, los graneros, la alcoba de su ayudante de cámara y fiel servidor, José Palacios, y los bosques,   algunos de cuyos árboles, se afirma, fueron sembrados por el propio Simón” (Museo Quinta de Bolívar. http://www.quintadebolivar.gov.co/Paginas/default.aspx . 11/10/14)

Empecemos el recorrido; el salón de la estufa: Allí se encuentra una chimenea que llega entre 1822-1826 gracias al libertador. Para la temporada, lo más parecido a la chimenea era una estufa de leña. Por eso el nombre de este salón. No era la única de la cuidad, pero tampoco eran muy comunes, puesto fue un elemento muy importante, contando que hace  200 años la cuidad tenía 6 grados menos.
La chimenea era un elemento considerado de castigo o inclusive diabólico, ya que al estar cerca a la chimenea y luego exponerse al aire libre, producía torcedura en partes del rostro de las personas. También, sería el estudio del momento, sobre todo para los hombres, ya que las mujeres eran de adorno, no valía la pena enseñarle de economía y mucho menos de política. En esta sala aún se conservan objetos que son originarios del libertador entre esos están:
1.      El juego de escribanía,
2.      el reloj (el juramento de los Horarios) porque recordaba que en el Monte Sacro: Jura liberar a América de las formas de gobierno de España.
3.      campanas de pájaros: pájaros disecados de la época.

El salón de Manuelita: Era el espacio de las damas, donde se educaban a las señoritas de la época; modales ante el público y sobre todo cómo atender a sus futuros esposos; además, aprender a tocar un instrumentos (delicadeza de la mujer); la costura y el bordado (paciencia); siempre va a estar presente: cómo manejar el abanico, el pañuelo, los peines los peinados; el tocador: “me tengo que arreglar el peinado” (belleza). Sin embargo, en el salón de Manuelita Sáenz se le hace alusión a la mano derecha del libertador, fue la secretaria del libertador, quien manejo el archivo personal, su consejera, incluso le salva la vida en varias ocasiones, por eso algunas personas le conceden el nombre de “Libertadora del libertador.

El gran comedor
El comedor llega en 1822. Cualquier lugar era apropiado para comer; pero Bolívar estableció este sitio para que, más que la actividad de alimentarse, sería un centro de reunión por excelencia. Este lugar también permitía conservar el calor en las comidas, recordando que para la época la cuidad tenía 6 grados menos. Una de las principales ventajas fue relacionar la casa de servicios con la casa principal; tan sólo, los sirvientes pasarían a poner la mesa y los invitados sólo tendrían que ubicarse en la mesa.
En la cabecera iba el anfitrión de casa; a su derecha: su persona de confianza; a su Izquierda: la figura femenina (esposa, hija, madre, suegra) El comedor que se observa es de extensión (Mínimo 4, máximo 12 puestos). Se conservan piezas de las vajillas de Bolívar, son aquellas que tienen marcado el escudo de la Gran Colombia.




La despensa y la cocina

La despensa y la cocina son relativas a la época, como la mayoría del lugar;  se comían seis, incluso más veces al día: mucha carne, pocas verduras y demasiados licores. Una de las caracteristicas más importantes del lugar, es su perfecto mecanismo de alcantarillado, que con ayuda de una alberca y algibes de los páramos, hacían que siempre hubiera agua limpia, sólo con un mecanismo de conductos que expulsaba las aguas sucias, un estructura idealizada por los grandes ingenieros: los indígenas.


El Gran  Salón
El gran salón era un lugar de fiestas y reuniones, eran relaciones de conocimientos y bienestar; un cumpleaños, una velación, pero sobre todo la aprobación de los negocios y para confirmarlo se hacía una fiesta; y con las señoritas se cerraban los contratos matrimoniales. En la época del libertador las fiestas que se solían hacer eran para recaudar dineros y poder dar el paso siguiente a lo que se buscaba.
Tiene más o menos, siete (7) metros de largo con tres metro y medio (3.5), con diferentes distribuciones, en la parte derecha del salón, detrás de unas largas cortinas, se ubicaban los músicos, 5, 6, 7 o inclusive 3 músicos para avivar esos eventos entre Vals y contradanzas. Se concentraban en el salón o, las personas se dirigían a los jardines, puesto que era un lugar un extenso.
Bolívar tenía un gusto exquisito para su hogar, allí se puede encontrar muebles franceses, caracterizado porque sus patas son la representación la garra de algún animal; un animal representa un gobernante: el águila y león como fuerza y poder, respectivamente.
También existen unas sillas algo altas y otras bajas: las bajas para las dama por el cancán, para no dañar los vestidos y, las altas para los caballeros ya que las botas, de su vestuario iban hasta más arriba de las rodillas, por lo tanto le era incomodo sentarse en sillas bajas, para eso se les acomodaban las altas. La representación de Bolívar en pinturas como un general militar, son las más afamadas para su representación.

 El cuarto del fiel

Era el dormitorio del más fiel acompañante, amigo y cuidador de Bolívar, José Palacios, quien lo acompaño desde su nacimiento hasta su lecho de muerte en Santa Martha.
Ahí mismo, en su habitación se realiza una de las exposiciones temporales de la casa museo, la semana del 10 al 14 de octubre, se le hizo un reconocimiento a una de las facultades humanas femeninas más importantes que cobraron libertad e importancia en la época de sumisión de los afrodescendientes, “la libertad de vientres”

El granero y la caballeriza
El granero y la caballeriza son lugares que conforman la parte trasera de casa museo, donde se conservan elementos que se remontan a la época para ilustar las funciones de los mismos. Sólo algunos de los caballos eran traídos ahí, para recibir un trato especial, o por alguna ocasión; en el granero estaba la despensa para los animales.







El árbol de la fraternidad

Este es un monumento que encontramos frente al árbol de la fraternidad americana, cómo agradecimiento a la memoria de Bolívar. Reafirmando la unión de América en el año 1947.








Parlamento de las banderas

Al frente del árbol de la fraternidad se encuentra un monumento de las banderas y los escudos de aquellos países hermanos que aportaron a la causa libertadora, y en donde Simón Bolívar aporto su ideología y fuerza.


La Quinta de Bolívar es un lugar lleno de privilegio, estar pisando por un momento el mismo sitio que el libertador de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia es un orgullo de nación. Sus cañones están al final del recorrido, en la salida, dejando hasta en el último momento la tenacidad de su vida y el carisma que motivo a miles de seres humanos y conceder el regalo de la libertad. Este lugar seguirá siendo una contribución artística y cultural para Colombia, donde sus niños y jóvenes logren dar un paso al pasado y no perder la esencia de nuestra libertad.





“Vale la pena estar por un momento bajo las órdenes del general Bolívar”

Fuentes
Museo Quinta de Bolívar. (17/10/16 2:33 p.m.) http://www.quintadebolivar.gov.co/quienes-somos/Paginas/Equipo-de-trabajo.aspx

Adelaida Campos Herrera
Comunicadora educativa

Alcaldía Mayor de Bogotá. (17/10/16 2:00 p.m.).http://bogotaturismo.gov.co/museo-quinta-de-bolivar

No hay comentarios:

Publicar un comentario