El día que la Plaza Santander se convirtió en la Plaza del
“Che”, Bogotá era la cuna del caos, el centro de una llama que se había
prendido desde hace varios años y que las revoluciones estudiantiles de la
Universidad Nacional y otros claustros universitarios del país habían
acrecentado. Por entonces, la segunda etapa de la Violencia en Colombia
carcomía las bases de la democracia con la consolidación de grupos oficialmente
subversivos que amenazaban la seguridad pública y estatal de la nación.
Por ello, la
madrugada del 8 de octubre de 1976, en una sesión plena que tomó toda la
noche, según lo documentó el diario El
Tiempo, el Consejo de Estado bajo la directriz de Cornelio Reyes, admitió
necesaria la propuesta del entonces Ministro de Justicia, Samuel Hoyos Arango,
de establecer un estado de sitio para, primero, frenar las amenazas de la
inminente protesta masiva que tendría lugar en los días posteriores a raíz de
la crisis de las distintas organizaciones de seguridad social y servicios
públicos iniciada en septiembre de este año por los miembros del Instituto
Colombiano de Seguridad Social, y segundo, para contrarrestar la ola de
secuestros, terrorismo urbano, masacres y protestas provenientes de movimientos
insurrectos de izquierda que tenían como objetivo ocasionar conflictos civiles
de carácter catastrófico que asolaban lo largo y ancho del territorio. De esta
manera, se pretendía no solo prohibir la protesta social por un periodo
indeterminado sino que fuera la Policía Militar
quien tomarán el control de las ciudades. En consecuencia, del peso de
la ley no estaba exenta ninguna persona que afectara el orden público por
mínima que fuera su perturbación.
En la Universidad Nacional, pese a que se conocía la
reciente medida del Estado, el 9 de abril de ese año se conmemoraba también el
noveno aniversario tras el fallecimiento del argentino que lideró la Revolución
Cubana: Ernesto “Che” Guevara. Por lo tanto, mientras el alumnado se
organizaba, lo que comenzó como un acto ceremonial acabó ocasionando una
especie de ritual mortuorio en que se vieron enfrentados estudiantes y
militares de la época donde, por un lado, estaban quienes se opusieron a la
represión del Estado y aprovecharon la revuelta para exigir reformas
administrativas e institucionales, y por el otro, quienes en función del deber,
arremetieron en contra de los protestantes. El periódico, El Colombiano, narró
los hechos explicando que ese día en la mañana, y de manera rápida antes de la
presencia de los militares en el lugar, un grupo de encapuchados encadenó por
el cuello al monumento y con ayuda de una grúa, que presuntamente tomaron por
la fuerza mientras transitaba por la calle 26, desprendieron la cabeza de su
cuerpo para posteriormente llevarla hacia la avenida 22 donde fue colgada y le
prendieron fuego junto a tres camionetas que transitaban por el carril
vehicular. Entre tanto, relata a su vez
la prensa local, un grupo de músicos tocó como marcha fúnebre el himno de la
revolución cubana y canto canciones en relación al guerrillero que originaron,
en un mismo espacio, la muerte de un símbolo y el surgimiento de otro. En torno
a lo que oruccio después, el diario El Tiempo, explicó que cuando llegaron los
miembros de la Policía Militar, "la
presencia de la tropa provocó una desbandada general del núcleo estudiantil y
la Ciudad Universitaria quedó desierta en contados minutos. Solamente quedaron
dentro de ella varios grupos de jóvenes que no alcanzaron a salir antes de la
llegada de la policía y se refugiaron en los edificios de la Ciudad Blanca".
En consecuencia, los uniformados, “en
un número superior a mil hombres, rodearon inicialmente la ciudad universitaria
y luego los pelotones penetraron a los predios universitarios”, sostuvo el
reportero de El Tiempo. No obstante, los ánimos no se calmaron y ante los
rumores de protestas póstumas la Policía Militar se tomó las instalaciones de
la Universidad, acto que ocasionó la renuncia en cadena de varios directivos de la universidad,
incluida la del entonces rector Luis Eduardo Meza Velásquez por la supuesta
violación a los derechos humanos que sufrieron los estudiantes durante este
periodo de tiempo.
En cuanto a la imagen del “Che” en
la pared del auditorio León de Greiff, se sabe por palabras de Yolanda San Juan
en el documental Colectivo 82. 29 años de
memoria, persistiendo e insistiendo que fueron sus hermanos: Alfredo Rafael
San Juan Arévalo, estudiante de arquitectura de la Universidad Nacional y
Samuel Humberto San Juan Arévalo, estudiante de antropología de la misma
institución, quienes, ayudados por plantillas de cartón piedra y una escalera,
lo pintaron en 1979 aproximadamente cuando dirigían un grupo de integración
estudiantil para realizar actividades académicas y sociales que comprendía
estudiantes de la Universidad Distrital, la Universidad Nacional y la
Universidad Pedagógica. No obstante, el rastro de sus pasos se perdió en 1982
cuando ambos salieron una mañana para destinos distintos y no regresaron
jamás. Su hermana afirmó que Alberto
salió a la universidad mientras Humberto se dirigió al DAS para pedir un
certificado judicial que requería para un empleo, y esa noche, la cena de ambos
quedó servida sobre la mesa al igual que quedaron sin dueño las pertenencias de
otros 11 jóvenes universitarios que pertenecían al mismo equipo estudiantil y
cuya desaparición se atribuyó años más tarde a “sospechosos operativos policiacos ordenados por la entonces D.I.P.E.C. (DIJIN-F2) de la
policía nacional” dirigidos, presuntamente, por el general Faruk Yanine Díaz.
No obstante, desde días anteriores había aparecido una marca
pequeña sobre el mural que eran inusual, sutil, y de alguna manera premonitoria
sobre la suerte del “Che”, en torno a esto, Alejandro Rincón, estudiante de
segundo semestre, afirmó que “Una mancha
blanca apareció un día de la nada cubriendo una pedazo del Che y ya en unos
días el manchón blanco le cubrió toda la
cara”. Asimismo, su observación de
que el plan en contra del revolucionario había empezado con antelación es
compartida por un grupo de estudiantes que descansan frente al mural y por el
docente de diseño, Antonio Márquez, quien sostuvo que no es la primera vez que
borran al promotor de la Revolución Cubana de la plaza que lleva su nombre,
puesto que dudó que haya sido un estudiante o varios los responsables de borrar
la imagen del “Che”; al contrario, aseguró que de la misma forma que ocurrió
hace once años las directivas fueron los autores intelectuales tras el atentado
a la memoria que sufrió el muro del León de Greiff. “El grupo que quiere borrar al Che desde hace muchos años es un grupo
directivo y es un grupo que patrocina borrar todos los símbolos y borrar toda
la memoria. Son los que quieren tener a la universidad permanentemente blanca.
Los que le tienen miedo a la expresión. Son los que siempre han buscado borrarlo, incluso hace
años lo borró la institución, ahora pasa supuestamente a los estudiantes. Yo
todavía me pregunto cómo un estudiante entra a la universidad por la noche, si
uno aveces puede entrar con dificultad a la universidad”, indicó el docente
con una mezcla de indignación y convencimiento, mientras sus estudiantes lo
escuchaban con atención como si se tratara de otra de sus cátedras.
De igual manera, un archivo digital de El Tiempo del año
2005 corrobora que los sucesos del pasado octubre no constituyen la primera
ocasión en que se elimina su imagen de la plaza puesto que el 4 de agosto de
2005, cuando los estudiantes volvieron de sus vacaciones, la ausencia del mural
los dejó boquiabiertos al ver que uno de sus símbolos más representativos había
desaparecido. En esa ocasión, junto con
el de Camilo Torres. Sin embargo, la diferencia entre ambos eventos radica en
que para el 2005 ambas imágenes fueron borradas por decisión de las mismas directivas de la universidad,
mientras que en esta ocasión, según un comunicado oficial del 19 de marzo del
presente año que pertenece a la agencia Unimedios de a la U. Nacional, ya había
sospechas de que un grupo de estudiantes compuesto por 20 personas pretendía
eliminar el símbolo; no obstante, en aquella ocasión el comunicado tenía la
intención de desmentir una entrevista realizada por la Revista Semana al
presunto estudiante, Juan Carlos Rubiano, quien afirmó que con ayuda del
director de Seguimiento al Diálogo de Paz se habían comenzado el proyecto de
limpieza definitiva del muro. “Ni mi
persona ni el Centro de Pensamiento que dirijo, se ocupan de estos temas y
jamás he hablado de eso con nadie y adicionalmente porque quienes conocemos la
historia de la lucha estudiantil sabemos que el nombre de la Plaza Che es un
símbolo emblemático de la misma” dijo Alejo Vargas Velásquez, el profesor
acusado de complicidad en contra del “Che”.
Por su parte , la delegada de los estudiantes de la
Universidad Nacional, Sara Abril Santiago Lagos, afirmó que el motivo por el
que algunos estudiantes decidieron retirar su imagen radica en que “no se sienten representados por dicho
símbolo, no lo sintieron antes ni lo sentirán ahora. Lo cierto, es que lo
hicieron de una manera antidemocrática, sólo la quitaron y ya”, y su
motivo, dijo la representante, se resume en lo que regularmente dicen los
voceros que se oponen al personaje: “el
Che representa una apología a la violencia”. Sin embargo, Sara Abril afirmó
que el Consejo de Estado lo resolvió con antelación en un fallo donde se
ratificó que este acto no representa un gesto a la violencia sino que se
refiere a la libre expresión que pueden ejercer los ciudadanos.
Ahora bien, la determinación del grupo que cubrió el rostro
de Ernesto “Che” Guevara no duró mucho tiempo ya que un conglomerado de
simpatizantes de la memoria también se puso el overol y trabajo durante la
noche del viernes 21 de octubre para devolver a la vida la vieja imagen de la
plaza más popular de la universidad; “íbamos
saliendo a las 8 de la universidad y con proyector apuntando hacia la pared y
escaleras, estaban pintando al Che de nuevo y a Jaime Garzón, junto a él” dijo
Alejandro Rincón, cuando se le preguntó al respecto, junto a un grupo de estudiantes que
descansaban entre sus propias risas. Asimismo, la delegada de los estudiantes,
comentó que la eliminación del símbolo generó conflictos internos que
impulsaron la respuesta de algunos estudiantes que, por un lado, iniciaron
protestas y, por el otro, postularon a varios personajes para representar de
una mejor manera el rol de la Universidad y su importancia en la historia
colombiana. La discusión se dio, según relata la representante, entre
reemplazar la figura del Che por la emblemática imagen de Jaime Garzón o
pintarlos juntos, para así resolver el problema de ambas partes y mantener la fachada sur del auditorio León
de Greiff; en torno a esto, Sara Abril dijó que “llegar a esta
determinación, de pintar a Jaime Garzón, no fue una cosa democrática, una
minoría lo decidió, lo pintaron y ahí está” y, a fin de cuentas, constituye el resultado final.
Dicho esto, la portavoz de los estudiantes afirmó,
explicando que en los sucesos del último
mes hay una razón más fuerte, que los estudiantes han guiado sus acciones
ante la necesidad de llamar la atención
de todos los sectores acerca de la crisis de infraestructura que vive una de
las mejores universidades del país. “Lo
importante no es que la pared esté blanca, o con la pintura de alguien, lo que
importa es que se está cayendo”, dijo la representante mezclando
indignación y desesperanza ante la realidad que vive su claustro universitario.
A su vez, la delegada dijo que “los
estudiantes de la Universidad Nacional entienden que el problema principal no
es una imagen pintada, sino realmente que las paredes se están cayendo por la
crisis de infraestructura”.
De esta manera, ahora
que las dos pinturas están juntas y parecen convivir sin problemas sobre el
muro del auditorio,
se puede decir que en medio de las revoluciones latinoamericanas y
estudiantiles del siglo XX, el “Che” de la Nacional es para la universidad lo
mismo que representa para una persona una herida de guerra y, esté en desuso o
no, permanece hoy y seguirá mirando fijamente el horizonte mientras las
generaciones pasan por su plaza porque hace parte de un patrimonio que no se
puede negar. No obstante, si tal como lo dijo Sara Abril Santiago, los
recientes hechos pretenden hacer una llamada de emergencia ante el abandono del
Estado, la institución es solo un ejemplo de todo lo que desde hace tiempo dejó
de funcionar de manera correcta en el país.
FUENTES:
●
Consejo de estado dijo sí al estado
de sitio. El tiempo. 8 de Octubre de 1976 : Primaria, documental.
●
Decapitan busto del General
Santander en la Universidad. El Tiempo. 9 de Octubre de 1976: Primaria,
documental.
●
Desórdenes en Bogotá. El Colombiano.
10 de octubre de 1976: Primaria, documental.
●
Documental: Colectivo 82. 29 años de
memoria, persistiendo e insistiendo: Primaria, documental.
●
Revista Semana. octubre 21/10. http://www.semana.com/nacion/articulo/en-la-universidad-nacional-quieren-cambiar-la-imagen-del-che-por-la-de-jaime-garzon/499747
●
Sara Abril Santiago. Ingeniera
Electrónica UNAL. Representante de los estudiantes UNAL. secundaria, experta.
●
Antonio Marquez. Profesor de Diseño
UNAL: fuente secundaria
●
Alejandro Rincon. estudiante de
psicologia: fuente secundaria.
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