jueves, 24 de noviembre de 2016

La pólemica del "Che" y los muros que se están cayendo en la U. Nacional

 El día que la Plaza Santander se convirtió en la Plaza del “Che”, Bogotá era la cuna del caos, el centro de una llama que se había prendido desde hace varios años y que las revoluciones estudiantiles de la Universidad Nacional y otros claustros universitarios del país habían acrecentado. Por entonces, la segunda etapa de la Violencia en Colombia carcomía las bases de la democracia con la consolidación de grupos oficialmente subversivos que amenazaban la seguridad pública y estatal de la nación.

  
Por ello, la  madrugada del 8 de octubre de 1976, en una sesión plena que tomó toda la noche, según lo documentó  el diario El Tiempo, el Consejo de Estado bajo la directriz de Cornelio Reyes, admitió necesaria la propuesta del entonces Ministro de Justicia, Samuel Hoyos Arango, de establecer un estado de sitio para, primero, frenar las amenazas de la inminente protesta masiva que tendría lugar en los días posteriores a raíz de la crisis de las distintas organizaciones de seguridad social y servicios públicos iniciada en septiembre de este año por los miembros del Instituto Colombiano de Seguridad Social, y segundo, para contrarrestar la ola de secuestros, terrorismo urbano, masacres y protestas provenientes de movimientos insurrectos de izquierda que tenían como objetivo ocasionar conflictos civiles de carácter catastrófico que asolaban lo largo y ancho del territorio. De esta manera, se pretendía no solo prohibir la protesta social por un periodo indeterminado sino que fuera la Policía Militar  quien tomarán el control de las ciudades. En consecuencia, del peso de la ley no estaba exenta ninguna persona que afectara el orden público por mínima que fuera su perturbación. 

En la Universidad Nacional, pese a que se conocía la reciente medida del Estado, el 9 de abril de ese año se conmemoraba también el noveno aniversario tras el fallecimiento del argentino que lideró la Revolución Cubana: Ernesto “Che” Guevara. Por lo tanto, mientras el alumnado se organizaba, lo que comenzó como un acto ceremonial acabó ocasionando una especie de ritual mortuorio en que se vieron enfrentados estudiantes y militares de la época donde, por un lado, estaban quienes se opusieron a la represión del Estado y aprovecharon la revuelta para exigir reformas administrativas e institucionales, y por el otro, quienes en función del deber, arremetieron en contra de los protestantes. El periódico, El Colombiano, narró los hechos explicando que ese día en la mañana, y de manera rápida antes de la presencia de los militares en el lugar, un grupo de encapuchados encadenó por el cuello al monumento y con ayuda de una grúa, que presuntamente tomaron por la fuerza mientras transitaba por la calle 26, desprendieron la cabeza de su cuerpo para posteriormente llevarla hacia la avenida 22 donde fue colgada y le prendieron fuego junto a tres camionetas que transitaban por el carril vehicular.  Entre tanto, relata a su vez la prensa local, un grupo de músicos tocó como marcha fúnebre el himno de la revolución cubana y canto canciones en relación al guerrillero que originaron, en un mismo espacio, la muerte de un símbolo y el surgimiento de otro. En torno a lo que oruccio después, el diario El Tiempo, explicó que cuando llegaron los miembros de la Policía Militar, "la presencia de la tropa provocó una desbandada general del núcleo estudiantil y la Ciudad Universitaria quedó desierta en contados minutos. Solamente quedaron dentro de ella varios grupos de jóvenes que no alcanzaron a salir antes de la llegada de la policía y se refugiaron en los edificios de la Ciudad Blanca". En consecuencia, los uniformados, “en un número superior a mil hombres, rodearon inicialmente la ciudad universitaria y luego los pelotones penetraron a los predios universitarios”, sostuvo el reportero de El Tiempo. No obstante, los ánimos no se calmaron y ante los rumores de protestas póstumas la Policía Militar se tomó las instalaciones de la Universidad, acto que ocasionó la renuncia en cadena  de varios directivos de la universidad, incluida la del entonces rector Luis Eduardo Meza Velásquez por la supuesta violación a los derechos humanos que sufrieron los estudiantes durante este periodo de tiempo.

En cuanto a la imagen del “Che” en la pared del auditorio León de Greiff, se sabe por palabras de Yolanda San Juan en el documental Colectivo 82. 29 años de memoria, persistiendo e insistiendo que fueron sus hermanos: Alfredo Rafael San Juan Arévalo, estudiante de arquitectura de la Universidad Nacional y Samuel Humberto San Juan Arévalo, estudiante de antropología de la misma institución, quienes, ayudados por plantillas de cartón piedra y una escalera, lo pintaron en 1979 aproximadamente cuando dirigían un grupo de integración estudiantil para realizar actividades académicas y sociales que comprendía estudiantes de la Universidad Distrital, la Universidad Nacional y la Universidad Pedagógica. No obstante, el rastro de sus pasos se perdió en 1982 cuando ambos salieron una mañana para destinos distintos y no regresaron jamás.  Su hermana afirmó que Alberto salió a la universidad mientras Humberto se dirigió al DAS para pedir un certificado judicial que requería para un empleo, y esa noche, la cena de ambos quedó servida sobre la mesa al igual que quedaron sin dueño las pertenencias de otros 11 jóvenes universitarios que pertenecían al mismo equipo estudiantil y cuya desaparición se atribuyó años más tarde a “sospechosos operativos policiacos ordenados  por la entonces D.I.P.E.C. (DIJIN-F2) de la policía nacional” dirigidos, presuntamente, por el general Faruk Yanine Díaz.


 Así, la plaza del “Che” se consolidó como un icono permanente hasta el pasado miércoles 19 de octubre cuando la pintura negra original fue borrada por una capa blanca que pretendía, en medio de  la madrugada, erradicar el rostro del revolucionario que llevaba más de 30 años custodiando los cimientos de la plaza y las generaciones que por ella pasaron. Lo que sustenta su desaparición es que al parecer, según lo enunciado por algunos estudiantes de la Universidad Nacional,  hoy el símbolo del argentino y su ideología no es tan fuerte como en los 70’s y por eso algunos tuvieron la osadía de blanquear el muro en  la madrugada del miércoles.

No obstante, desde días anteriores había aparecido una marca pequeña sobre el mural que eran inusual, sutil, y de alguna manera premonitoria sobre la suerte del “Che”, en torno a esto, Alejandro Rincón, estudiante de segundo semestre, afirmó que “Una mancha blanca apareció un día de la nada cubriendo una pedazo del Che y ya en unos días el manchón blanco  le cubrió toda la cara”.  Asimismo, su observación de que el plan en contra del revolucionario había empezado con antelación es compartida por un grupo de estudiantes que descansan frente al mural y por el docente de diseño, Antonio Márquez, quien sostuvo que no es la primera vez que borran al promotor de la Revolución Cubana de la plaza que lleva su nombre, puesto que dudó que haya sido un estudiante o varios los responsables de borrar la imagen del “Che”; al contrario, aseguró que de la misma forma que ocurrió hace once años las directivas fueron los autores intelectuales tras el atentado a la memoria que sufrió el muro del León de Greiff. “El grupo que quiere borrar al Che desde hace muchos años es un grupo directivo y es un grupo que patrocina borrar todos los símbolos y borrar toda la memoria. Son los que quieren tener a la universidad permanentemente blanca. Los que le tienen miedo a la expresión. Son los que  siempre han buscado borrarlo, incluso hace años lo borró la institución, ahora pasa supuestamente a los estudiantes. Yo todavía me pregunto cómo un estudiante entra a la universidad por la noche, si uno aveces puede entrar con dificultad a la universidad”, indicó el docente con una mezcla de indignación y convencimiento, mientras sus estudiantes lo escuchaban con atención como si se tratara de otra de sus cátedras. 
De igual manera, un archivo digital de El Tiempo del año 2005 corrobora que los sucesos del pasado octubre no constituyen la primera ocasión en que se elimina su imagen de la plaza puesto que el 4 de agosto de 2005, cuando los estudiantes volvieron de sus vacaciones, la ausencia del mural los dejó boquiabiertos al ver que uno de sus símbolos más representativos había desaparecido.  En esa ocasión, junto con el de Camilo Torres. Sin embargo, la diferencia entre ambos eventos radica en que para el 2005 ambas imágenes fueron borradas por decisión  de las mismas directivas de la universidad, mientras que en esta ocasión, según un comunicado oficial del 19 de marzo del presente año que pertenece a la agencia Unimedios de a la U. Nacional, ya había sospechas de que un grupo de estudiantes compuesto por 20 personas pretendía eliminar el símbolo; no obstante, en aquella ocasión el comunicado tenía la intención de desmentir una entrevista realizada por la Revista Semana al presunto estudiante, Juan Carlos Rubiano, quien afirmó que con ayuda del director de Seguimiento al Diálogo de Paz se habían comenzado el proyecto de limpieza definitiva del muro. “Ni mi persona ni el Centro de Pensamiento que dirijo, se ocupan de estos temas y jamás he hablado de eso con nadie y adicionalmente porque quienes conocemos la historia de la lucha estudiantil sabemos que el nombre de la Plaza Che es un símbolo emblemático de la misma” dijo Alejo Vargas Velásquez, el profesor acusado de complicidad en contra del “Che”. 
Por su parte , la delegada de los estudiantes de la Universidad Nacional, Sara Abril Santiago Lagos, afirmó que el motivo por el que algunos estudiantes decidieron retirar su imagen radica en que “no se sienten representados por dicho símbolo, no lo sintieron antes ni lo sentirán ahora. Lo cierto, es que lo hicieron de una manera antidemocrática, sólo la quitaron y ya”, y su motivo, dijo la representante, se resume en lo que regularmente dicen los voceros que se oponen al personaje: “el Che representa una apología a la violencia”. Sin embargo, Sara Abril afirmó que el Consejo de Estado lo resolvió con antelación en un fallo donde se ratificó que este acto no representa un gesto a la violencia sino que se refiere a la libre expresión que pueden ejercer los ciudadanos. 
Ahora bien, la determinación del grupo que cubrió el rostro de Ernesto “Che” Guevara no duró mucho tiempo ya que un conglomerado de simpatizantes de la memoria también se puso el overol y trabajo durante la noche del viernes 21 de octubre para devolver a la vida la vieja imagen de la plaza más popular de la universidad; “íbamos saliendo a las 8 de la universidad y con proyector apuntando hacia la pared y escaleras, estaban pintando al Che de nuevo y a Jaime Garzón, junto a él” dijo Alejandro Rincón, cuando se le preguntó al respecto,  junto a un grupo de estudiantes que descansaban entre sus propias risas. Asimismo, la delegada de los estudiantes, comentó que la eliminación del símbolo generó conflictos internos que impulsaron la respuesta de algunos estudiantes que, por un lado, iniciaron protestas y, por el otro, postularon a varios personajes para representar de una mejor manera el rol de la Universidad y su importancia en la historia colombiana. La discusión se dio, según relata la representante, entre reemplazar la figura del Che por la emblemática imagen de Jaime Garzón o pintarlos juntos, para así resolver el problema de ambas partes y mantener la fachada sur del auditorio León de Greiff; en torno a esto, Sara Abril dijó que llegar a esta determinación, de pintar a Jaime Garzón, no fue una cosa democrática, una minoría lo decidió, lo pintaron y ahí está” y, a fin de cuentas, constituye el resultado final.

Dicho esto, la portavoz de los estudiantes afirmó, explicando que en  los sucesos del último mes hay una razón más fuerte, que los estudiantes han guiado sus acciones ante  la necesidad de llamar la atención de todos los sectores acerca de la crisis de infraestructura que vive una de las mejores universidades del país. “Lo importante no es que la pared esté blanca, o con la pintura de alguien, lo que importa es que se está cayendo”, dijo la representante mezclando indignación y desesperanza ante la realidad que vive su claustro universitario. A su vez, la delegada dijo que “los estudiantes de la Universidad Nacional entienden que el problema principal no es una imagen pintada, sino realmente que las paredes se están cayendo por la crisis de infraestructura”.

De esta manera, ahora que las dos pinturas están juntas y parecen convivir sin problemas sobre el muro del auditorio, se puede decir que en medio de las revoluciones latinoamericanas y estudiantiles del siglo XX, el “Che” de la Nacional es para la universidad lo mismo que representa para una persona una herida de guerra y, esté en desuso o no, permanece hoy y seguirá mirando fijamente el horizonte mientras las generaciones pasan por su plaza porque hace parte de un patrimonio que no se puede negar. No obstante, si tal como lo dijo Sara Abril Santiago, los recientes hechos pretenden hacer una llamada de emergencia ante el abandono del Estado, la institución es solo un ejemplo de todo lo que desde hace tiempo dejó de funcionar de manera correcta en el país.
  

FUENTES:


        Consejo de estado dijo sí al estado de sitio. El tiempo. 8 de Octubre de 1976 : Primaria, documental.
        Decapitan busto del General Santander en la Universidad. El Tiempo. 9 de Octubre de 1976: Primaria, documental.
        Desórdenes en Bogotá. El Colombiano. 10 de octubre de 1976: Primaria, documental.
        Documental: Colectivo 82. 29 años de memoria, persistiendo e insistiendo: Primaria, documental.
        Sara Abril Santiago. Ingeniera Electrónica UNAL. Representante de los estudiantes UNAL. secundaria, experta.
        Antonio Marquez. Profesor de Diseño UNAL: fuente  secundaria
        Alejandro Rincon. estudiante de psicologia: fuente secundaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario